PAUTAS GENERALES PARA LA INTERVENCIÓN EN LAS DIFICULTADES ESPECÍFICAS DE APRENDIZAJE
Según Locke y sus colaboradores, (1981), citados en el libro; “La lectura. Adquisición, dificultades e intervención“, de Mercedes I. Rueda, existen unas pautas de actuación generales para el terapeuta o instructor que trabaja con niños/as con dificultades específicas de aprendizaje, entre estas, dislexia.
Aunque al leer las siguientes recomendaciones puede pensar que simplemente se ciñen a actuaciones de sentido común, en muchas ocasiones es importante tenerlas claras para llevar a cabo nuestra intervención de manera adecuada sin olvidar factores tan importantes como el emocional.
El objetivo de estas recomendaciones es lograr que el niño/a participe en la definición de las metas que se pretenden lograr en las sesiones de intervención, para que tenga una implicación activa en el proceso de mejora.
Para ello es conveniente llevar a cabo los siguientes pasos:
1º- Fomentar un ambiente relajado y amigable en el que el niño/a se sienta escuchado, comprendido y aceptado.
Para ello es imprescindible que en la primera sesión de intervención se intente descubrir qué conciencia tiene el niño/a de su problema, si se siente capaz de abordarlo, con qué recursos cree que cuenta y cuáles cree que son sus principales limitaciones. Además, según la edad, es conveniente explicarle los resultados de la evaluación, de manera adaptada y entendible para que se puedan establecer los objetivos de manera específica.
En sesiones consecutivas es imprescindible recordar y mostrar los logros alcanzados, indagar sobre las estrategias que se van adquiriendo y plantear las posibles dificultades que vayan surgiendo.
2º- Definir, de manera conjunta, el problema con total claridad, así como la meta u objetivo que se pretende alcanzar en primer lugar.
Es fundamental que el instructor intente conseguir que el niño/a participe en la definición del problema concreto que se va a trabajar, que conozca el objetivo de las tareas que van a realizar y que esos objetivos sean concretos y comprobables.
Es decir, no se buscan respuestas tipo “No sé leer bien“, sino que se intentará precisar cuál es el motivo que le haga pensar eso, se especificará en qué tipos de palabras tiene más dificultades, (longitud, frecuencia, estructuras silábicas…), si cree que es un problema de lentitud o de exactitud, si existe un problema de comprensión, etc.
También es imprescindible definir metas concretas y alcanzables en las que el niño/a se sienta implicado, es decir, hay que lograr que las considere sus propios objetivos, no los del instructor, pues este sólo es una herramienta más para ayudarle a conseguirlas. Para definirlas hay que tener en cuenta que cuando más precisa y específica sea la meta mejores resultados se obtendrán, así como a mayor nivel de dificultad, mejores resultados, siempre que no se planteen metas inalcanzables.
3º- Explicar claramente que medios se utilizarán y cómo se pretende llegar al objetivo.
Es recomendable que se le muestren y expliquen al niño/a los recursos, métodos, actividades o programas que se van a utilizar para llevar a cabo el entrenamiento que permita alcanzar las metas.
Con estas actuaciones se aporta al niño/a un feedback positivo y el instructor facilita el desarrollo de un comportamiento más participativo, eficaz y motivado por parte del niño para alcanzar las metas, algo determinante en el éxito de la intervención.